lunes, 18 de abril de 2011

El verdadero chavismo sin Chávez por Eliécer Calzadilla Correo del Caroní 17/4/12

La decisión de fijar para febrero del año 2012 las elecciones primarias de los candidatos democráticos ha levantado una polvareda de rechazos. Los sectores políticos que componen la Mesa de la Unidad, con las excepciones de Causa R, Podemos y Primero Justicia, votaron en contra de la mayoritaria opinión de los ciudadanos que reclaman un cambio y una ruta cierta y clara que lleve a la derrota de la dictadura el año próximo.
La tendencia de los electores, eso que en el coloquio llamamos los números, unida al desgaste del gobierno, a las peleas intestinas del chavismo por poder y dinero, a la consistente pérdida de credibilidad del presidente y a la absoluta incapacidad del gobierno para solucionar uno cualquiera de los grandes males que han convertido a Venezuela en un país decadente, arruinado y secuestrado por la pobreza, las enfermedades epidémicas y la delincuencia, dicen, en el papel, que Chávez debería ser derrotado en las elecciones de 2012. Conjeturo que es el conocimiento de ese escenario lo que ha producido el descontrol de la aguja de la brújula de una buena parte de los integrantes de la Mesa de la Unidad: no hay en el mundo nadie más envalentonado que un venezolano cuando piensa que las tiene todas consigo. Y eso, que puede ser tolerado por algunos en los cantantes, deportistas y hasta en los nuevos ricos tan notorios en la Venezuela de cualquier época, es imperdonable en política y absolutamente inaceptable frente a un gobierno con las características del régimen Chavista.
Las organizaciones políticas sufrieron a partir de la década del los 70 del pasado siglo un desprestigio devastador. La corrupción de importantes dirigentes en funciones de gobierno, las prácticas estalinistas en el orden interno partidista, la intromisión de tribus de abogados en el poder judicial, el clientelismo sectario, el populismo, y la incapacidad para edificar sólidas instituciones democráticas que hicieran impensable que un régimen como el Chavista pudiera adueñarse del país como lo ha hecho, colocaron a los partidos políticos venezolanos entre lo peor considerado y calificado por la opinión ciudadana. La realidad política y la misma opinión ciudadana, luego de muchos desatinos y de diez años de mal gobierno de Chávez, impusieron la unidad electoral a las organizaciones partidistas. Esa unidad impuesta les devolvió parte del prestigio perdido y ellos lo han asumido con altanería, a juzgar por la decisión de la fecha de las primarias.
Sostengo que lo medular del desprestigio de los partidos políticos en Venezuela (y esto incluye al partido de gobierno del régimen chavista, el PSUV) estuvo en la perversión y pérdida de la representación democrática. Fue una constante que los partidos políticos derivaran en organizaciones verticales sin democracia interna - de corte mafioso por las lealtades absolutamente personales y crematísticas que promovieron-, en las que se discutió primordialmente el usufructo del poder y el reparto del país. Dejaron de representar a los ciudadanos y éstos lo sintieron y entendieron con claridad; quienes más lo sufrieron y sintieron fueron los sectores populares. Cuando la Mesa de la Unidad decide la fecha de las primarias contrariando la opinión ciudadana abrumadoramente mayoritaria y sólo ofrece explicaciones que se mecen entre lo esotérico y lo cantinflérico, pervierte de nuevo la representación democrática y arriesga el escaso prestigio recuperado y la victoria misma. Pienso que deberían rectificar, creo que los ciudadanos tenemos derecho a obligarlos a rectificar y, en consecuencia, a modificar la fecha fijada.
El cuento de que esa es una decisión irreversible, que debemos pasar la página y que es “clavo pasado”, como se dice vulgarmente, es inaceptable, antidemocrático e irrespetuoso. En Venezuela, quienes queremos un cambio pugnamos por unas prácticas políticas ciertamente democráticas, distintas al chavismo y al pasado previo a Chávez. Lo que ha decidido la Mesa de Unidad, contra la opinión ciudadana, es un acto que se inscribe en el más genuino y verdadero “chavismo sin Chávez”, y debe ser rectificado. Nadie quiere salir del autoritarismo de Chávez para caer en otro. El padre González, un gran profesor de historia de mi bachillerato decía frecuentemente, en clase, que los venezolanos una vez que nos liberamos de España tuvimos que libertarnos de nuestros libertadores. Quiera Dios que la fecha fijada para las primarias no sea un acto marcador que nos obligue a prepararnos para que, cuando derrotemos a Chávez electoralmente, tengamos que emprender una nueva lucha-, tan costosa para el país como la que estamos librando-, con el fin de libertarnos del modo de entender el gobierno, la representación y la democracia que asomó, con esa decisión, la Mesa de Unidad Democrática.