miércoles, 16 de marzo de 2011

"Con hambre y sin empleo con Chávez me resteo" No es amor. Es terror causado por el arma letal populista directo al estomago de los pobres.

Muchos repiten que la causa de la popularidad de Chávez luego de 12 años y consecutivos desaciertos, promesas incumplidas y reedición de los males del pasado (corrupción impune que camina por América latina) se debe a una simple explicación; el amor y el sentimiento como el que puede tenerle un hijo por un padre.
Es decir, quienes apoyan a Chávez le aman como a un padre y en virtud de ese sentimiento le perdonan todas las calamidades.
Esa ecuación sería correcta a no ser por un detalle; la mayoría de los chavista (como le ocurrió en la infancia, por cierto al propio Chávez) tiene una truculenta relación hijo-padre-hijo quienes no perdonan a sus padres biológicos haber abandonado a sus necesitadas madres. Son huérfanos de padres vivos. Los chavista no le perdonarán a Chávez (2012) la mentira, el patrocinio de la corrupción impune, Pudreval, su actitud indiferente con la inseguridad que masacra diariamente a los chavistas, las empresas básica de Guayana abandonadas, la infraestructura del país destruida, la sesión de la soberanía a favor de los Castro comunistas, ect, ect, ect.
Entonces como se explica la “popularidad”? Para mí en el contexto que vengo tratando, “es tan simple el amor como lo es el odio”, pero también el miedo es una manifestación simple de la vida política venezolana, es decir, una manifestación básica de nuestra humanidad.
El 95% de las personas “chavistas” tiene el 100% de sus necesidades secuestradas por la oferta de que algún día serán atendidas.
No se trata de miedo a perder la esperanza de tener efectivamente una casa. El chavista teme perder la esperanza de la oferta de que algún día tendrán una casa, ya que esa ecuación les hace vivir el día a día.
Luego de 12 años no hay casas, trabajo, educación, seguridad personal y mucho menos la esperanza de que algún día la haya; pero si hay una oferta, una promesa que alimenta la esperanza. Son rehenes.
Para tratar la crisis existencial de los chavista y la de quienes no lo somos, hace falta un proyecto de país que le enseñe a los huérfanos de padres vivos que en la vida, hay que seguir adelante y creerse parte de ese proyecto de cambio. El gran temor de Chávez es que tanto la oposición como los chavista rehenes por necesidad, se den cuenta.
No es amor, es la desigualdad que alimenta el discurso populista ya que millones de venezolanos no creen poder salir de la miseria.